Café Ricchary, una cafetería para despertar con el café de Quillabamba

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Ricchari significa despierta en quechua y creo que es la palabra perfecta para bautizar a una cafetería en Cusco. Eso pensaron también los propietarios de Café Richary, una cafetería y marca de café que proceden de una finca de Quillabamba con más de 85 años de historia.

Me gusta el nombre porque hace alusión al efecto más conocido del café usando el idioma de los incas, lo que evidencia el orgullo de sus propietarios por su lengua y orígenes. Nadie deja esta cafetería sin sumar a su vocabulario al menos una palabra en quechua: !Ricchari!

Aunque he estado varias veces el Cusco y conozco muchas de sus cafeterías, recién en enero de este año fue la primera vez que visité Café Ricchary gracias a que Aarón Román, hijo de uno de los fundadores, me escribió e invitó a conocerla. Se ubica en la calle Concevidayoc, cerca del convento de Santa Clara.

Su fachada es sencilla —de rejas metálicas y letreros de madera que anuncian la venta de café orgánico— y podría pasar desapercibida para un consumidor de café que busca cafeterías hipster. Sin embargo, no hay que dejarnos llevar por las apariencias. Una antigua despulpadora de café en la entrada del local y una máquina de espresso vintage de la marca Gaggia en barra nos dan más luces del verdadero valor de esta cafetería acondicionada en un espacio de 8 metros.

En una de las paredes se exhiben numerosas fotos que nos muestran la cadena de producción del café y cacao que allí se venden, procedentes del fundo Vista Alegre, ubicado en Quillabamba, provincia de La Convención, a 1800 metros sobre el nivel del mar. «Queremos transmitir cultura cafetera a los que nos visitan y que conozcan, por lo menos en fotos, todos los procesos que realizamos para obtener nuestro café», refiere Víctor Román Jordán, papá de Aarón. Él atiende aquí junto a su hermano Carlos Mario.

También tienen en exhibición molinos manuales de café vintage que pertenecieron a los abuelos y padres de Víctor. Están en perfecto estado de conservación y es un placer usarlos por unos minutos porque nos hacen pensar que sus primeros dueños los apreciaban porque les aseguraban su consumo personal de café. Las siguientes generaciones se encargaron de conservarlos para seguir admirándolos.

Estos molinos son solo una muestra del patrimonio cafetero que esta familia ha preservado en su fundo de Quillabamba, cuyos orígenes se remontan a las últimas décadas de 1800. Allí, refiere Víctor, tienen intacta la infraestructura que se usaba hace más de 85 años para procesar café, entre los que se incluyen una tostadora de café a leña. También tienen entre 8 a 10 hectáreas de cultivos de café, vivero con 15 mil plantones y un hostal acondicionado para recibir a huéspedes.

La familia espera realizar turismo vivencial en la zona con los viajeros interesados en conocer más sobre el café en un lugar que, como pocos, mantiene intacto sus instalaciones originales. En este lugar César Román Guevara, padre de Víctor, inició el cultivo de la variedad típica bajo sombra de árboles nativos y frutales. Ello se mantiene al día de hoy bajo una producción sostenible y amigable con el ambiente y que cuenta con certificación orgánica.

Con mucho esfuerzo, don César Román comercializaba su café junto a otros productores para la exportación a través de cooperativas. En 1996 fallece y sus hijos asumen el negocio y optan por la comercialización directa al consumidor.

En el 2002 la empresa familiar despega cuando su café gana un concurso nacional organizado por la entonces APECAFE (Asociación Peruana de Cafés Especiales), lo que los motiva a comercializar su café en el mercado local desde su propia cafetería que abrió hace ocho años en la calle Concevidayoc. Allí encontramos café tostado en grano y molido, incluyendo café tostado a leña, pasta pura de cacao y miel de abeja.

También se puede degustar bebidas en base a espresso hecho en la Gaggia de los años 70 y chocolate caliente en compañía de Víctor o su hermano Carlos Mario, quienes incluso en pandemia no han desistido de seguir atendiendo a sus clientes en esta sencilla y entrañable cafetería que no hay que dejar de visitar en la Ciudad Imperial.

DATO CAFETERO

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