LYNCH Café para Volar

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Olenka Marquina Lynch es una arquitecta y diseñadora de interiores que ama el ritual de beber café. Este empieza, por supuesto, con un buen grano, pero involucra todos los sentidos. Para Olenka la vista es fundamental. Por ello, en Lynch Café para Volar, la cafetería que inauguró hace apenas dos meses en Chacarilla (Surco), todo entra por los ojos como reza un popular adagio.

En la zona de la barra, donde se encuentra una máquina de espresso de La Nuova Era y un molino de la marca Obel, se han colocado paneles que indican las proporciones que contienen algunas de las principales bebidas en base a espresso: espresso doble, americano, latte, capuccino, macchiato, cortado, mocca, affogato. Estos sirven de guía para los clientes y los anima a probar bebidas que usualmente no consumirían.

Otro aspecto a destacar es que los cafés se sirven en tazas de vidrio transparente a fin de que se pueden apreciar las texturas, formas y mezclas que genera el café en combinación con diversos ingredientes. Para el café para llevar (coffee to go) se han diseñado vasos térmicos con frases inspiradoras a la horas de disfrutar esta bebida: «Estoy lleno de idas», «Hoy vuelo», «Un café para soñar despierto».

Vasos para el coffee to go / Foto: Norka Peralta

El local cuenta con terraza para quienes gustan pasar el rato al aire libre y en su interior la distribución de mobiliario toma en cuenta los usos habituales de los clientes asiduos a las cafeterías: barra y mesas altas para los que trabajan, mesas de maderas para dos y cuatro personas, así como un cómodo sofá para quienes buscan comodidad. Este último espacio se usa también para presentaciones musicales.

La carta incluye bebidas en base a espresso, frappes, smothies y el popular café pasado que aquí se denomina Americano Lynch. También hay tés especiales y tisanas. En los complementos destacan media lunas, panes artesanales, quinches, pancakes dulces y salados, sánguches, triples, ensaladas y pastas.

Espressos, ristreto, latte y capuccino / Foto: Norka Peralta

El café que usan es de la cooperativa San Fernando, del valle de Incahuasi, provincia de La Convención, Cusco, a 1900 metros sobre el nivel del mar. Se trata de un microlote con 84,5 puntos en taza. Tiene un perfil a chocolate, con acidez bajo y cuerpo, refiere Anibal Kovaleff, campeón nacional de barismo 2018, quien asesoró a Olenka y a su esposo, Ricardo Carrión, en el desarrollo de este proyecto.

Olenka Marquina y Ricardo Carrión / Foto: Lynch Café para Volar

Tanto Olenka como Ricardo son dos apasionados del café que durante sus viajes fuera del país aprovechan para conocer nuevas cafeterías. Tras asistir al Mundial de Rusia 2018 visitaron algunos países nórdicos ya que sus cafeterías están a la vanguardia en cuanto a diseño de interiores y enfocadas en ofrecer una experiencia cafetera única, explica Olenka, quien es CEO de ARQUI+. Una de las que más le impresionó se llama Coffee Furniture, una propuesta que combina cafetería con la venta de muebles.

Cada viaje le dejaba a la pareja el bichito de querer hacer algo propio en Lima hasta que «por esas cosas de la vida» quedó libre el espacio aledaño a D&D Coworking, el primer coworking especializado para arquitectos, diseñadores y creativos en el Perú que Olenka fundó hace unos años. Fue así como se animaron a hacer realidad sus sueños. Empezaron aprendiendo sobre métodos y a manejar la máquina de espresso de la mano de Anibal.

Foto: Lynch Café para Volar

La sinergia entre la cafetería y coworking funciona a la perfección porque ambos son espacios que despiertan la creatividad sin dejar de lado la experiencia del disfrute de cafés de especialidad. Pero Lynch Café para Volar también se adapta, según las horas, a otro tipo de público. Por las tardes el ambiente se vuelve más familiar porque hay más niños y padres después de las clases escolares. Y, por las noches se presta para el after office con cervezas artesanales, cócteles y presentaciones de músicos.

Foto: Lynch Café para Volar

A Olenka le gusta la versatilidad del local así como su atmósfera cálida. Le hace recordar a Male Lynch, su tía abuela que falleció hace dos años. «Los domingos ella era el corazón de la familia, le gustaba convocarnos para invitarnos café y keke, y por eso, en homenaje a ella, elegimos su apellido para bautizar el local», cuenta Olenka.

Y así, con la añoranza y todos los sentidos puestos alrededor de una taza de café, Lynch Café para Volar se va convirtiendo en un punto de parada obligada para los coffee lovers de esta parte de Lima. Alas y buen viento.

DATO CAFETERO

LYNCH CAFÉ PARA VOLAR

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