Las cooperativas cafetaleras han sido administradas tradicionalmente por hombres. Pero los tiempos están cambiando y las mujeres ganan cada vez más protagonismo en estas organizaciones y en la titularidad de sus tierras, accediendo al fortalecimiento de sus capacidades productivas y dirigenciales, generando ingresos propios y asumiendo roles de liderazgo.
“El movimiento cooperativo exporta el 30% del volumen de café que produce el país, pero su principal problema es la gobernanza, lo que puede marcar un punto de quiebre para estas organizaciones, por ello, veo con entusiasmo que por primera vez en el Perú tenemos a tres mujeres como presidentas de cooperativas, lo que me genera mucha expectativa sobre lo que ellas puedan hacer para fortalecer la gobernanza en estas organizaciones”, refiere Geni Fundes Buleje, gerente de la Central Café & Cacao, que agrupa a 11 cooperativas socias del centro, norte y sur del Perú, y director del proyecto de Comunidad de Cafés Especiales (CCE).
Desde el centro del Perú, Samy Yesenia Quispe Condori (34) de la Cooperativa Agraria Cafetalera Satinaki, Adriana Herlinda Brañez Orellana (42) de la Cooperativa Agraria Cafetalera Satipo y Gladys Baltazar Zurichaqui (56) de la Cooperativa Agraria Cafetalera La Florida están generando el cambio en las cooperativas cafetaleras peruanas. Estas son sus historias.
Una gestión de unidad familiar
Gladys Baltazar nació en Chupaca, en la provincia de Huancayo, región Junín. Allí estudió, mientras sus padres cultivaban café en Puerto Yurinaki, en la provincia de Chanchamayo, adonde llegaron como colonos en busca de oportunidades para su familia.
En el 2006, cuando Gladys conoció a su esposo, Marcelino Casas, también optó por el café. Dejaron Huancayo, se establecieron en Chanchamayo y tres años después se hizo socia de la Cooperativa Agraria Cafetalera La Florida. Desde entonces, refiere, ha aprendido a trabajar en equipo, pero, con el paso del tiempo, le llamaba la atención que nunca se eligiera a una mujer como presidenta de la cooperativa. El año pasado ella rompió esa tradición al ser designada como la primera mujer presidenta de la CAC La Florida, que integran 421 socios, de los cuales 41 son mujeres. También tienen un grupo conformado por 120 mujeres, que son esposas de los socios.
“En La Florida tenemos una marca de café que se llama Aroma Mujer y contamos con una parcela de café cultivado por mujeres. En mi gestión espero que podamos trabajar en el marketing de Aroma Mujer para que sea conocida y lograr salir al mercado, conseguir un pago justo, mejorar la calidad de nuestro café e ingresar a Taza de Excelencia. Mi apuesta también es desarrollar una buena gestión para llevar a los cafés a los mercados más exigentes del mundo y lograr cafés diferenciados por su calidad”, refiere Gladys.
Además, se ha propuesto trabajar con todos los socios para elevar su productividad y alcanzar mejores precios bajo lo que ella denomina una gestión de unidad familiar. “Una cooperativa es como una familia que debe permanecer unida porque en nuestro caso cuando somos más socios, tenemos más producción y trabajamos en la calidad y podemos acceder a más mercados y alcanzar mejores precios. Todo esto hará que mejoremos nuestra vida socioeconómica y cultural”, afirma Gladys.
El empoderamiento de Adriana
Adriana Brañez también nació y creció en Huancayo. Estudiaba para ser docente cuando junto a su pareja tomó la decisión de dedicarse al café y juntos viajaron a Satipo, que pertenece a la región Junín. A los 21 años se hizo socia de la Cooperativa Agraria Cafetalera de Satipo, fundada en 1965. “Cuando me hice socia, la cooperativa tenía más de 2.000 socios, pero, conforme pasaban los años, veía que el número de socios disminuía por la falta de confianza en la organización y eso me preocupaba”, cuenta Adriana.
El año pasado viajó junto a un grupo de socios a la Feria Internacional de Cafés Especiales (Ficafé) que se realizó en la ciudad de Huamanga, en Ayacucho. Ese viaje le cambió la visión a Adriana sobre lo que ella misma podía aportar a su cooperativa. “Vi a socios y socias de otras organizaciones muy preparados, que habían pensado muy bien cómo presentar el stand de su cooperativa, tenían puesta la camiseta de su organización con mucho orgullo, y me sorprendió la victoria de Blanca Flor Córdova, quien ganó el primer puesto en Taza de Excelencia Perú 2022 y su café fue reconocido como el mejor del Perú. Fue entonces que me dije a mí misma que las mujeres de la CAC Satipo también podíamos llegar a ese nivel y ahí nace mi empoderamiento”, cuenta orgullosa Adriana.
El 2022 ella fue elegida presidenta de su organización, que integran 376 socios, de los cuales 283 son hombres y 93 mujeres. “Estoy visitando a cada socio, explicándoles el trabajo que queremos hacer y aceptando sus sugerencias porque queremos trabajar con el apoyo de todos porque de eso se trata una cooperativa, si trabajamos unidos, todos vamos a salir beneficiados”, refiere.
Entre los objetivos de su gestión está llegar a tener al menos 1.000 socios de vuelta en la organización. “Necesitamos más socios para generar más producción y ser competitivos en el mercado nacional e internacional”, explica. También quiere que las mujeres de su organización tengan su propia marca de café y que la CAC Satipo tenga una participación más activa en las ferias internacionales.
Vencer los temores
Aunque sus padres son caficultores, el café no fue la primera opción de Samy Yesenia Quispe Condori. Ella estudió secretariado ejecutivo hasta que hace cinco años sus papás le dieron unas hectáreas para que cultivara café, pero como ella vivía en la ciudad, eran ellos quienes se hacían cargo de esas tierras en el anexo Miguel Grau, distrito de Perené, provincia de Chanchamayo, en la región Junín.
Pero llegó la pandemia y ella regresó con sus padres y al campo. Aprendió a cultivar café porque era el único sustento que en ese momento tenía, pero, poco a poco, empezó a tomarle cariño e interés a la caficultura. En el 2021 se hizo socia de la Cooperativa Agraria Cafetalera Satinaki y fue secretaria del consejo de administración.
“En la cooperativa nos pedían que el café tuviera buen puntaje, nos enseñaron a mejorar nuestros procesos, nos daban charlas y los técnicos nos guiaban en el campo. Luego, empezamos a procesar cáscara de café para tener otras formas de ingreso y eso hizo que me gustara ser parte de la cooperativa porque no estás solo”, cuenta Samy, quien el 2022 asumió la presidencia de la cooperativa.
“La señora Senilda Quispe, expresidenta de la cooperativa, me dio la confianza para aceptar este cargo porque yo al inicio tenía temor de representar a todos los socios, pero me han apoyado y he aprendido sobre temas administrativos de la cooperativa y he participado en congresos, no ha sido fácil vencer mis propios miedos, pero tenemos que hacerlo para que más mujeres se animen a acceder a estos cargos”, sostiene Samy, convencida de la importancia de que ellas aporten su visión y experiencia para construir organizaciones cada vez más igualitarias en la industria del café.
* Reportaje elaborado con el apoyo de la Central Café & Cacao y el proyecto de Comunidad de Cafés Especiales (CCE).