Warmi Awadora, la marca de mujeres tejedoras que conservan bosques

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Lísida Ushuiza Tapullima (42) se levanta con una victoria en su haber cada día de su vida. Antes de que el sol emita sus primeros rayos de luz, ella se le anticipa y para cuando amanece ya le ha sacado varias horas de ventaja al día. Ha alimentado a sus animalitos de crianza, limpiado su casa, atendido a sus tres hijas y preparado el desayuno que permitirá que su esposo vaya fuerte y con energías a la chacra a trabajar en sus plantaciones de cacao.

“Después que se va, desayuno yo. Luego, el día que me toque, voy a hacer mis tejidos. Hago mis tejidos durante dos horas, de 8 a 10 de la mañana y tres veces a la semana”, cuenta Lísida, lideresa de Warmi Awadora, una asociación de 50 mujeres tejedoras de las comunidades de la etnia Kichwa de Chunchiwi, Chiricyacu, Chirik Sacha, Copalsacha y Alto Pucalpillo, que se ubican en la zona de amortiguamiento de la Cordillera Escalera, un área protegida por el Estado Peruano en la región San Martín.

Estas mujeres cuentan también con una marca colectiva que lleva el mismo nombre de su organización y bajo la que confeccionan artesanías textiles como bolsos y carteras en base a algodón nativo y otras fibras naturales provenientes de su entorno natural, la Amazonía peruana. Una actividad que, si bien es complementaria a la agricultura, donde destaca el cultivo de cacao y café, les ayuda a generar un ingreso extra que ellas invierten en comprar más y mejores cosas para sus hijos. “Ir a comprar al mercado no es fácil para nosotras, pero cuando vendemos nuestros tejidos, tenemos nuestra platita y podemos comprar lo que necesitamos en nuestros hogares”, dice Lísida, que vive en la comunidad de Chunchiwi.

Tejer trasciende lo económico para las Warmi Awadora, pues es una actividad que reivindica una tradición ancestral en su cultura Kichwa, transmitida por generaciones de madres a hijas y que ellas quieren preservar y legar. “A nosotras nos gusta tejer porque antes nuestras madres nos enseñaron y, por eso, no queremos perder nuestra cultura. Hoy en día, nuestras hijas están creciendo y van a seguir el camino que les hemos enseñado. Nosotras vamos a seguir incentivando nuestro hábito del tejido. Eso es lo que a nosotras nos encanta”, señala Lísida con una determinación que se nota en cada una de sus palabras y en sus ojos, la única parte de su rostro que no está cubierta por la mascarilla que trae puesta. 

Sin embargo, sentarse a tejer puede ser más difícil de lo que uno piensa. Entre los vaivenes del trabajo de campo y las labores del hogar, un recorrido de ida y vuelta que hacen a pie, la jornada diaria les consume dos recursos vitales y que no recuperan sino hasta el día siguiente: tiempo y energía.

“Cuando me voy a la chacra con mi esposo, regreso a las cuatro de la tarde. Hago la merienda, mi café y mientras tanto voy a ver a mis pollos. Luego, estoy con mis hijas y por la noche fuerzo el hilo unas horas, hasta las 9 o 10 de la noche”, explica Lísida, que desde hace seis años viene incentivando el hábito del tejido en las mujeres de Chunchiwi y a las de otras comunidades para así ser parte de Warmi Awadora; pero, aunque muchas tienen las ganas, pocas pueden cumplir con el horario y las exigencias establecidas por la organización.

“Muchas ñañas han querido ser parte de Warmi Awadora, pero lastimosamente lo han visto muy complicado por el tiempo. Es difícil agruparnos para tejer. Muchas no pueden cumplir y por eso no pueden entrar. Entonces, las que podemos hacemos el esfuerzo y seguimos trabajando. Antes éramos 14 mujeres en Chunchiwi, ahora somos solo siete ñañas, pero estamos trabajando, estamos cumpliendo y nos gusta”, cuenta Lísida.

Pese a las dificultades, las siete mujeres de Chunchiwi ajustan sus horarios, aceleran el ritmo, se sobreponen al estrés y a la fatiga; y tejen por las noches y se reúnen muy disciplinadamente todos los miércoles de 9 a 11 de la mañana para tejer; es un pacto entre ellas que cumplen con empeño y entusiasmo.

En el 2019, casi cuatro años después de haber iniciado el trabajo para fortalecer su organización, las Warmi Awadora lograron consolidar su marca y registrarla en Indecopi. Esto gracias al apoyo y asesoría del Programa Nacional de Conservación de Bosques del Ministerio del Ambiente, que desde el año 2015 viene apoyando su iniciativa con fondos concursables de otras organizaciones para capacitarlas en temas comerciales y en calidad de producción, hasta que ellas fueron capaces de hacerse cargo solas de todo el proceso de calidad de sus tejidos.

Todo marchaba bien para las Warmi Awadora. La marca estaba consolidada, mejoraban cada día más sus técnicas de producción y vendían sus artesanías en mercados, ferias y eventos de Lamas y Tarapoto a los miles de turistas peruanos y extranjeros que anualmente visitaban la región. “Venían turistas de todas partes para ver nuestros tejidos y ahí vendíamos un montón”, recuerda Lisida. Pero entonces, empezó la pandemia del COVID-19 y tanto la dinámica como el funcionamiento del mundo cambiaron. Perú no fue la excepción.

Para proteger a las personas, el gobierno peruano decretó una estricta cuarentena y cierre de fronteras, medidas que devinieron en la paralización de las actividades económicas y comerciales, entre ellas el turismo; y así, en muy poco tiempo, las Warmi Awadora ya no tenían a quién vender. “Esta enfermedad bastante nos ha afectado porque no hemos tenido visitas. Ya no podemos salir a vender y nadie puede venir a visitarnos”, lamenta Lísida.

Por más de 10 meses las Warmi Awadora estuvieron paralizadas y sin poder reunirse. “Muchas de ellas habían dejado de tejer pues, aunque ser Warmi Awadora es algo que les gusta, lógicamente habían priorizado el trabajo en la chacra ya que tenían que ver cómo sostenerse durante la cuarentena”, explica Dulhy Pinedo, jefa zonal en San Martín del Programa Bosques.

Catálogo en línea

Pero, como todas las organizaciones del mundo, las Warmi Awadora tuvieron que adaptarse para sobrevivir. Surgió la idea de vender por Internet, aunque la ejecución representaba un desafío para ellas ya que viven en zonas alejadas y en las que muchas veces no hay señal de internet. “En general, han tenido muy poco acceso a la tecnología y, dentro de las comunidades, las mujeres son las que menos acceso han tenido. Por eso, vender por Internet fue un gran reto”, dice Dulhy.

Ante esa situación y con el apoyo del Programa Bosques, las Warmi Awadora diseñaron un plan de trabajo y solicitaron el apoyo de Rainforest Alliance, que considera vital el apoyo a las iniciativas comunitarias para impulsar el desarrollo de las economías indígenas sostenibles y lograr así las comunidades que se conviertan en las principales guardianas de la Amazonía.

Rainforest Alliance hizo una donación de 5 mil dólares que sirvió para que estas mujeres adquirieran materiales y equipos nuevos, se financiaran las capacitaciones en el manejo de herramientas digitales como toma y envío de fotografías, redes sociales, correo, uso de aplicativos de mensajería y navegación. Además, se invirtió ese dinero en capacitación en gestión comercial y administrativa de su negocio, concretamente para la fijación de precios, promociones, distribución y trato con el cliente; así como para contabilidad, declaración de impuestos y manejo de inventarios, entre otros.

 “Rainforest Alliance cree firmemente en el rol de las mujeres indígenas como pieza clave para el desarrollo sostenible de las comunidades nativas. El liderazgo que demuestran representa para nosotros un ejemplo de perseverancia, resiliencia y amor por la naturaleza. El unir esfuerzos junto con el Programa Bosques para fortalecer las capacidades de las Warmi Awadora; nutre y encamina nuestra misión orientada a mejorar los medios de vida de las comunidades”, explica Lady Cerna, coordinadora técnica y administrativa de Rainforest Alliance Perú.

A inicios de marzo, después de meses de arduo trabajo y capacitaciones, las Warmi Awadora lanzaron su primer catálogo virtual; y todos los miércoles y sábados se reúnen para movilizarse a un lugar con buena señal de internet para atender a sus clientes a través de sus celulares. “No ha sido fácil aprender el uso de celulares e internet. Pero nuestros Apus y juntas directivas nos han apoyado mucho para aprender. Por eso nosotras estamos muy agradecidas. Hemos avanzado poco a poco pero ya casi dominamos el internet, los celulares, conversaciones virtuales, tomar y enviar fotos, enviar los productos y así seguir vendiendo”, señala Lísida con voz impetuosa y con la autoridad que le da a una persona el haber sido capaz de superar la adversidad para lograr sus objetivos. Mira aquí su catálogo virtual y cómo hacer tu compra.

https://www.scribd.com/document/502769605/Catalogo-WarmiAwadora-2021

Además del factor económico y del cultural – ancestral, tejer tiene por sobre todo un valor simbólico para ellas: reivindica su condición de mujeres emprendedoras y eso les da el reconocimiento que tanto merecen. “El arduo trabajo que ellas realizan en el campo y al cuidado de sus familias, no siempre es debidamente valorado ni reconocido. Sin embargo, el ingreso que obtienen por su trabajo, revindica su importancia como mujeres y les ha permitido ganarse un respeto tanto en sus familias como en sus comunidades”, refiere Dulhy Pinedo.

Warmi Awadora es una exitosa demostración de cómo el trabajo articulado entre las autoridades, las personas y Rainforest Alliance, puede potenciar iniciativas responsables que favorezcan no solo a las comunidades locales, sino que a la larga favorezcan también a la preservación de los bosques y, en consecuencia, a la humanidad. Es todo un círculo virtuoso. Una población local con estabilidad económica y con participación en las decisiones públicas, será la primera en proteger los bosques, puesto que estos son su entorno natural.

“Desde el día que empecé con Warmi Awadora hasta hoy, me gusta ser artesana, porque estoy aprendiendo cosas que no sabía y estoy desenvolviéndome y haciendo las cosas. Muchas gracias a Rainforest Alliance y al Programa Bosques. Nosotras vamos a seguir trabajando”, finaliza Lisida, quien se para de su silla y se dispone a darle de comer a sus animalitos, preparar la merienda y forzar el hilo.

Texto: Edson Santiago Salas Algárate / Rainforest Alliance

Fotos: © Rainforest Alliance

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Ventas: [email protected]

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