Saba Café y su Edición Geisha Natural procedente del Fundo Canaán

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Esta historia puede contarse en tres tiempos. En un primer momento, hace más de diez años, Óscar Martínez Habich, economista peruano, regresó de una temporada en Italia con la idea clara de que en el Perú no se tomaba buen café, pese a ser país productor. Se lo comentó a su hermano, Ricardo Poma Habich, publicista y en ese entonces cafetero empírico.

La idea se fue macerando durante algunos años y los hermanos dieron sus primeros pasos comprando café en la selva central, tostándolo a veces ellos mismos y vendiéndolo a sus conocidos. En el 2017, entendieron que cada uno debía aprovechar sus talentos: Óscar se encargaría de los pagos y la parte logística; Ricardo, además de ocuparse de la presentación de los empaques y del rostro del producto, estudió barismo para profesionalizarse.

Saba Café es un homenaje a la Reina de Saba, máxima autoridad de los sabeos en lo que ahora es el territorio de Yemen y Etiopía, zona originaria del café. Es un nombre que remite a una matriz geográfica y cultural; por ello, la marca se preocupa en todo momento de respetar la trazabilidad y el comercio justo.

Esta primera etapa terminó cuando Saba Café se alió a productores de Villa Rica, en particular de la cooperativa del Alto Eneñas, y lanzó un café de ese origen. El mercado cafetero local le dio una buena acogida.

En el segundo momento de esta historia confluyen varios factores. La marca, que ya se había hecho conocida en ferias y a través de las redes sociales, lanzó un segundo origen. El Saba Café de Cajamarca, de la Promotora de la Agricultura Sustentable S.A., en la provincia de San Ignacio, les abrió más puertas. Casi al mismo tiempo, debido a la pandemia, tanto Óscar como Ricardo tuvieron complicaciones laborales. Lo que hicieron entonces fue dedicarse de lleno a su emprendimiento. Gran acierto.

En agosto del 2021, Ricardo propuso a Óscar lanzar una edición especial de homenaje por los 20 años de Nyjah Bredda, una reconocida banda local de reggae, género en el cual él mismo alguna vez incursionó. Pero querían encontrar un café distinto, y así llegaron a Víctor Franco, del Fundo Canaán, ubicado en Perené (Chanchamayo). Ricardo había conocido a algunos familiares de Víctor cuando estudiaba barismo, pero además él es también un cultor del reggae peruano. Aquella edición especial de Saba fue con un blend de las variedades Limaní, Villa Sarchí y Caturra, en un proceso Yellow Honey.

Proceso natural

La tercera etapa comienza cuando los hermanos se interesaron por la variedad Geisha. Empaquetaron un primer lote producido por Bruno Cáceres y bajo el proceso Black Honey, y la respuesta de los consumidores fue mejor de lo que esperaban.

Pero ellos querían conseguir un café aún más particular. Conversaron otra vez con Víctor Franco y consolidaron el vínculo, conocieron el fundo Canaán, vieron de cerca el trabajo que allí se realiza. Y así surgió Saba Café de la variedad Geisha con un proceso de beneficio natural, en un tueste medio.

“Es un café muy complejo, por el valor agregado que le da el proceso natural y que no encuentro en los procesos de lavado”, explica Ricardo. En las notas de cata se indica un aroma a rosas y damasco, con una acidez media, que incluye notas de azúcar morena y piña; en el post gusto, notas prolongadas a lima.

El empaque incluye una receta para la preparación con Chemex, que permite un café muy limpio; sin embargo, Ricardo recomienda también probarlo en otros métodos, como la cafetera francesa o el aeropress, para mantener así los aceites. Es un café que tiene múltiples posibilidades.

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