Uno de los múltiples factores que mejoran el posicionamiento del café peruano en el mundo es el relacionamiento comercial en posibles mercados de destino, pues consigue despertar interés tanto en distribuidores como retailers especializados. La Embajada del Perú en Suiza, sabiéndolo y con la camiseta cafetera bien puesta, produjo este 19 de mayo un evento en conjunto con el proyecto gastronómico Bridge Zurich -como parte de su temporada dedicada a la gastronomía peruana- llamado «Meet Peruvian Coffee«, al que cafelab.pe asistió (virtualmente, como todo en estos tiempos) por invitación de la Cámara de Comercio Suiza en el Perú.
Entre los expositores invitados, Carolina Gobet de Viajero Coffee y Jesse Navarro de Café los Andes, hubo uno especialmente ilustrativo del amor que nuestro café despierta: Quien mejor para ser su embajador que un suizo tan encantado por él que es propietario de una finca en Chanchamayo. Thomas Schwegler, en perfecto castellano, se define como «un suizo que cree en que se puede lograr un café premium de gran sabor si evita las prácticas de la gran industria que afectan tanto al café como a la gente que lo produce».
Esa es una apuesta junto a su esposa Gisella Iriarte se toman muy en serio al manejar desde el año 2011 en la finca Tropical Mountains en el irregular distrito de Perené, a medio camino entre Villa Rica y Pichanaki. Allí vienen dedicando su tiempo a procesos productivos manuales, como cosechar manualmente las bayas orgánicas en su punto óptimo (lo cual les requiere realizar la tarea varias veces en un terreno que varía entre 1400 y 1800 msnm a lo largo de sus poco más de 70 Has).
Pero la transformación que proponen no es únicamente del producto. Por un lado, el impacto positivo de la empresa en la comunidad en múltiples niveles es parte de ese compromiso asumido por Tropical Mountains que se manifiesta en eventos sociales para los niños, la operación de un jardín de niños, entre otros. Por otra parte, buscan reducir su impacto medioambiental utilizando cápsulas y envases compostables, y aprovechando los excedentes de su producto principal en productos de segunda línea como infusiones refrescantes de cáscara de café, reclamando de paso su valor.
Así, esta finca resulta una operación redonda que presenta, tanto en formatos como en filosofía, el enfoque moderno con que el café sustentable tiene mayor posibilidad de ser competitivo más allá del puntaje de taza (que, dicho sea de paso, con 86.5 de su variedad Geisha, no es poca cosa). Respeto al agricultor, al medio ambiente y al producto final son los tres ángulos de una receta de éxito que Schwegler compartió para sus compatriotas con mucho orgullo… peruano.